Escritor hondureño, 23 años, autor de la novela «Las cosas que dije pensando en Diana».Ha colaborado en revistas como «El caminante de Madrid» o «La prosa libertaria».
junior ramos
Cosas normales
Se ha cansado de ver el techo, siente un cosquilleo en la entrepierna y camina al baño. Se sienta en el váter, orina de forma pausada y se levanta de golpe al escuchar dos disparos. Por instinto se tira al suelo y espera que la ráfaga continúe. Pero el sonido ha parado y el silencio vuelve a ser constante. Se repone del suelo. Se sube el pijama y camina fuera de la habitación. No hay nadie. Prueba llamar a su madre y esta no responde. Revisa las demás habitaciones, la cocina y el garaje. Vacío. Como si fuera una casa a la venta. Abre la puerta principal y ve la marca de dos disparos junto a la nota «Vamos por ti». ¿Vamos por ti? Por muy claro que sea el mensaje no lleva remitente o destinatario. Le hace dos dobleces y, nerviosa, se la guarda en el pantalón. Ve a su calle. Vacía. Cierra de un portazo y corre a su habitación. Busca su móvil y no lo encuentra. Tampoco está ahí su computadora o su reproductor de música. Nada de donde se pueda realizar una llamada o conectar a internet. Tal vez ese alguien que dejó la nota fue el mismo que llegó por la noche y, a sabiendas que ella buscaría, los robaría. ¿Pero cómo fue que ella no lo sintió? ¿Le habrán puesto, a escondidas de su madre, algún somnífero en la cena? No. ¿O sí? «Uf». Sacude la cabeza y se pide actuar con calma. Distiende la nota y se sienta en el suelo. Okey, van por ella, ¿pero quién o porque razón? Lo ignora. Da un largo suspiro, cierra los ojos y al abrirlos nota la presencia de dos hombres encapuchados. Ambos llevan un arma corta, cuerdas y cinta adhesiva. Ella quisiera gritar tan fuerte que uno de sus vecinos irrumpiera en su habitación o llamara a la policía. Pero no puede, se ha quedado dura. Cuando al fin se mueve intenta correr al baño y uno de ellos la toma del pelo. La arrastra con desprecio y hace que lo vea. Los ojos del hombre tienen una sobre carga de sangre... Dos segundos después le da un puñetazo tan fuerte que la hace despertar con un grito de alarma.