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Miguel Ángel Torres

Antonio Fehler o las formas que ha encontrado para no existir

Una de las ventajas de que se reduzca a cenizas tu casa es que puedes mudarte. ¿Quién diría que ir por palomitas sería tan catastrófico? Llevé sólo el dinero necesario para comprar. Mi INE, acta de nacimiento, permiso para conducir, tarjetas de crédito, identificaciones, recibos, comprobantes de domicilio. Todo había desaparecido. Para hacer cualquier trámite te piden que te identifiques. ¿Te has parado enfrente de una vieja amargada para convencerla de que existes? Señor, ya le dije que, si no demuestra que usted es usted, no puedo hacer nada.

 

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Fui a casa de mis papás porque ahí había dejado libros.

          Pablo Fehler cortaba madera, Lorena Null regaba el jardín y mi Gabriel Fehler economatemático estaba de visita.

     En la sobremesa, con la segunda botella de vino, platicábamos del incendio. Pablo Fehler dijo que todo había ardido rápido por tanto chingado libro, Gabriel Fehler dijo que fue mi culpa por no revisar las tuberías antes de salir (porque todos revisos una a una las tuberías de gas cuando vamos por palomitas), Lorena Null me ofreció quedarme con ellos en lo que conseguía algo y me abrazó: me dijo al oído que ya era hora de los nietos.

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       Entre las cajas de esas cosas inútiles que guardan los viejos, encontré una cajita con recuerdos; a lado, todos mis cómics y algunos libros de cuando estudiaba la carrera.

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Según mi hermano, Gauss es el matemático más brillante de toda la historia. Cuando estaba en la primaria, un profesor le pidió al grupo la suma de los primeros cien números naturales. Uno más dos más tres…Gauss no sumó número por número y lo resolvió mucho más rápido que sus compañeros. ¡Apenas un niño! A papá le gusta esa historia. Admiran mucho a Gauss.

        Les hablé de Rimbaud, su poesía precoz y su desafortunado final. Es normal, dijeron, todos los que escriben o son locos o son adictos a algo o estúpidos o cualquier cosa. Nunca les conté nada más.

      Por esas fechas estaba haciendo mi registro para la UNAM. Cuando estaba en la fila del banco para pagar mi derecho a examen, me di cuenta de que no estaba haciendo eso porque era lo que yo quería. Me salí.

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Pablo Fehler nos entrenó para estudiar ingeniería como él. Entre las labores cotidianas estaban:

  1. Revisar los fusibles.

  2. Ver las resistencias de los focos.

  3. Revisar los aparatos que necesitaran reparación: una lámpara, un control, la chimenea eléctrica, etc.

  4. No dejar que Lorena Null hiciera nada de eso.

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       Para cuando cumplí dieciocho a lo mucho había leído cinco libros, pero un maestro hizo que me enamorara. Me enseñó poesía, teatro, cuentos. Como adolescente, me emocionaba: un espacio de libertad.

   Gabriel Fehler primero estudió economía y luego matemáticas: la responsabilidad del sueño de papá recaía en mí. Un día le dije que no, que estudiaría letras. Veníamos de casa de la abuela. Él estaba ebrio. Yo manejaba. Lloró y me preguntó qué había hecho mal para que estudiara literatura. Después de eso, las labores cotidianas se volvieron más intensas.

     Después de un tiempo, las labores cotidianas recaían únicamente en mí. Pablo Fehler se había rendido con Gabriel (al menos había estudiado una ciencia), y Lorena Null estaba imposibilitada para hacer cualquier cosa que Pablo Fehler consideraba que nos tocaba a nosotros.

      La rebeldía en mi familia es una energía potencial: concentrada y siempre lista para liberarse. Lorena y Pablo se embarazaron cuando él tenía veintiuno y ella diecinueve. Él era de un barrio y no tenía ningún incentivo para estudiar. Podía ser un vago, drogadicto, conformista, no reconocer a su hijo o cualquier cosa. Ella no tenía ningún incentivo para quedarse con alguien que no tenía ningún incentivo para hacer algo de su vida. Yo no tenía ningún incentivo para estudiar letras. Pude estudiar ingeniería y tener mi vida resuelta: un buen puesto, un buen sueldo, admiración por aquí, admiración por allá. Menos labores diarias, al menos.

      Somos geometría delimitada, apretada.

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Hace poco hablé con un amigo y me dijo que me podía quedar con él. Mamá lloró cuando le dije, pero aceptó que era lo mejor. 

      Cuando empaqué mis cosas, Pablo me abrazó y me dijo lo orgulloso que estaba de mí. Gabriel me llevó en su coche, me ayudó a bajar mis cosas y me dijo que, lo que sea que necesitara, contaba con él.

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Miguel Ángel Torres

Miguel Ángel Torres Vázquez nació en la Ciudad de México en 1997. Reside en la misma ciudad desde entonces. Estudia la licenciatura en Literatura y creación literaria en el centro cultural Casa Lamm. Ha participado en la revista de ese mismo centro, Lamadamme

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