top of page

Ángela Escobar 

Está aquí adentro

Aquel día tenía las manos llenas de sangre.

En las noticias se decía que un nuevo virus estaba carcomiendo el mundo. Los cadáveres se amontonaban como basura en fosas comunes.

     Al principio realizaba las compras con cubrebocas y guantes que Leticia me había regalado. Ella trabajaba como enfermera en un asilo de ancianos.

Cuando me veía obligada a salir al supermercado, lo hacía rápido, como si miles de microbios acecharan en el aire. Tenía cuidado de no acercarme a la gente y, cuando alguien estornudaba cerca de mí, una especie de locura desenfrenada se desataba en mi interior. Muchas veces intenté insultar y golpear a esas personas, sólo quería alejarme de aquel virus intangible.                 Éramos cuatro amigos los que compartíamos un departamento. Cada uno alejado de su familia por la cuarentena y con la incertidumbre de que aquel enemigo nos atrapara. Con el tiempo las medidas de prevención se fueron endureciendo, no aceptábamos visitas de personas externas al departamento por el miedo a contagiarnos.

      Cada día nos alejábamos más, cada uno inmerso en su cuarto por temor a nosotros mismos. Sin que nadie se percatara yo guardé mi propio plato, cubierto, vaso y un cuchillo para que los otros no los tocaran. Cuando llegaba de la calle me desnudaba y me bañaba completa con jabón. Guardaba mi comida en una mini nevera dentro de mi habitación. Los días pasaban y mis compañeros se fueron quedando en casa, pero ya no confiaba en ninguno de ellos.

      Leticia seguía trabajando en el asilo. Los días avanzaban y las estadísticas de muertos aumentaban, racionaba mi comida y no dejaba que ninguno de ellos se acercara a mi cuarto.

     Transcurría el tiempo y yo encerrada investigaba acerca del virus, esto me fue quitando el sueño y también la tranquilidad. Uno de esos días en los que no pude dormir, escuché que alguien tosía en uno de los cuartos. Era difícil saber de dónde provenía aquel sonido, pero me di a la tarea de guardar silencio y descubrir al portador del virus. Me quedé callada. Al fin desentrañé el secreto, la tos provenía del cuarto de Leticia, seguro alguno de los ancianos le había transmitido la enfermedad.

    Era obvio, viviendo bajo aquella incertidumbre, la paranoia invadió mi cabeza y decidí que lo mejor era encerrarla con llave para que así no pudiera salir. Ansiaba tanto atravesarle el cuchillo que llevaba en las manos, pero sabía que al acercarme a ella me podía contagiar. Entonces decidí gritar en la mitad de la noche y confesarles a todos que ella estaba enferma y que nos iba a contagiar.

   Todos se levantaron asustados y trataron de calmarme, pero los amenacé con el cuchillo para que nadie se me acercara.  

    Ellos no lo entendían, no sabían que siempre le tuve miedo a los hospitales, porque de niña viví mis peores años en ellos, una ira incontrolable se adueñó de mí. ¿Por qué nadie me creía? La locura y desesperación se apoderó de mí, me encerré en mi habitación y con el cuchillo me corté las muñecas en repetidas ocasiones. Con la sangre corriendo por mis piernas me senté en la orilla de la puerta.

        Prefería morir desangrada dentro de mi cuarto que en un hospital.

       Mis compañeros llamaron a una ambulancia y al llegar escuché que uno de ellos dijo: está aquí adentro.

​

​

​

​

​

​

​

​

​

Ángela Escobar 

Ángela Escobar (Clarimonda) Estudió en el Centro de Arte Dramático (CADAC). Cursó el diplomado de creación literaria en la Sociedad General de Escritores Mexicanos (SOGEM) Es actriz y escritora. Ejerce la profesión de actriz desde hace más de diez años.Ha publicado en diversas revistas electrónicas tanto como en papel cuento y poesía. Publicó su primer libro de poesía en febrero de 2019 bajo el sello editorial (Ediciones Periféricas) con el título: Debajo de mis venas silenciosas.

Fotografía 2021.jpg

En el 2019 fue ganadora en la convocatoria “Historias del té” por la Compañía Nacional de Teatro de México. En mayo del 2020 dos obras sobre la cuarentena fueron seleccionadas por la Editorial Iaspis en Atenas. Ha sido publicada en países como Argentina y Francia. En junio del 2020 es ganadora del premio otorgado por el público por Cultura UNAM por la obra titulada: la mujer murcielaga. “Piensa que la literatura y el teatro es una forma de encontrarse a sí misma y deambular por los manicomios que habitan en su cabeza”

​

​

​

​

​

​

​

​

bottom of page