Elisa Díaz Castelo
A veces soy un objeto sin la simetría
de su propósito. Esa noche
rompí mi primer vaso en nuestra primera casa.
La última. No recuerdo lo que pasó después.
Quizá me ayudaste a levantar lo que quedaba.
Envolviste en periódico cada pieza de vidrio
para protegernos de su filo. Me enseñaste
a cubrir bien los bordes, a tratar
lo roto como una pieza valiosa. Después
llegó el día y dividió nuestras sombras.
Aprendimos a alejarnos y alejarnos
es, siempre, caer. Supe esto
por los vasos y platos que se rompen,
que se deslizan de nuestras manos
y se estrellan: casi todo
tiene vocación de haber sido.
Cada objeto es su propio peso
multiplicado por 9.81.
Cada objeto es su caída.
Ahora me baño sola en otra casa.
El peso de tus libros aún
vence mis libreros. A veces
apunto lo que sobrevive.
Cumplo mi sed, mis años,
me desdigo. Quisiera volver.
No volveré nunca. Esa noche
rompí nuestro primer vaso,
nuestra primera casa.
Cuando era niña y me portaba mal,
la maestra preguntaba qué había aprendido.
En realidad, no sé si algo se aprende,
si la pérdida puede enseñar algo.
Recuerdo el vaso y sus fragmentos,
el tono exacto de azul en las paredes,
en tu voz. La temperatura de tu cuerpo
en la oscuridad. Te conocía
a ojos cerrados. Te perdía.
Tal vez aprendí algo: en la caída culmina
la existencia de las cosas. Hay cosas
que sólo llegan a sí mismas
después de desplomarse.
No estoy segura. Sólo sé
que pasaron muchos años.
Sólo no sé lo que pasó después.
Elisa Díaz Castelo
Ciudad de México, 1986. Es poeta y traductora. Ha sido becaria del programa Jóvenes Creadores del Fonca y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Obtuvo el Premio Bellas Artes de Traducción Literaria Margarita Michelena 2019 y el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2020. Es autora de Principia (FETA, 2018), El reino de lo no lineal (FCE, 2020) y Proyecto Manhattan (Antílope / Instituto Sinaloense de Cultura, 2021).
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